Allí estaban los que no pueden entender una vida sin dignidad. Sin duda no estaban todos, muchos más millones de españoles se hicieron también presentes, aunque físicamente no pudieran estar: los desahuciados, los 6 millones de parados, las familias con alguno de sus miembros en situación de dependencia, los que no pueden hacer frente al gasto eléctrico, los ancianos con pensiones de hambre, y así un largo etcétera. Tomar conciencia de que la dignidad no es un lujo sino una característica esencial de la vida humana, nos lleva a no aceptar este estado de cosas que quieren imponernos por la aceptación sumisa o por la fuerza del miedo.
La manifestación del sábado 22M nos marca el camino: sólo unidos podremos hacerles frente, asumiendo un programa de mínimos en donde la mayoría pueda coincidir. Quizás nos falte todavía recorrer un trecho, o más bien tengamos que aceptar que la vida es un hacer camino y dar pequeños pasos en esa dirección.
Enfrente tenemos fuerzas poderosas que no están dispuestas a ceder un ápice. Observamos al ejecutivo del PP encastillado en sus políticas, cerrado a las razones de la mayoría, ciego a cualquier expresión de descontento. A su espalda la troika (F.M.I., Banco Central Europeo y Comisión Europea) que le indica el camino de los ajustes (recortes de derechos ciudadanos, venta de lo público, abandono de los más débiles) y como colaboradores necesarios los medios de comunicación. Un ejemplo evidente: la desinformación sobre las marchas en los días previos y la sonrojante avalancha de noticias en torno a la muerte de Adolfo Suárez para oscurecer las dimensiones del 22M y sus consecuencias.
Pero su lado más siniestro, el que ya sin duda nos retrotrae a un pasado de represión y bocas cerradas, es el aumento exponencial de la represión, como se vio en los momentos finales de la manifestación. ¿Se buscaba una confrontación violenta con la policía? ¿Quizás algún muerto? Nada mejor para justificar lo que vendrá luego. La delegada del gobierno y el Ministro de Interior junto a la Alcaldesa de Madrid señalan y criminalizan: “Atención todo aquel que participe o convoque una acción de protesta, cualquiera puede sufrir los rigores que la ley (la actual y la que viene) tiene preparada para los violentos”
El campo está claramente señalizado: en un lado los que detentan el poder y la fuerza, los dueños del capital, los beneficiarios de la crisis; del otro los simples ciudadanos, el pueblo que vive de su trabajo (el que todavía puede), los que sufren en sus carnes los efectos de la crisis.
Fuerza y poder frente a dignidad y no-violencia. Está en juego la democracia y un verdadero Estado de Derecho.
Recordemos: una mujer u hombre dignos son aquellos que no se humillan ni permiten que los humillen.
¡Continuemos en la lucha, la dignidad es el premio!
EL MAR DEL 22M -Editorial Boletin Abril Foro Social Segovia-
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